Esos que cada semana nos llenan el correo del trabajo de comunicados-basura de contenido sindical, esos que llevan más de 15 años liberados sin dar un palo al agua, pero que les han encomendado la noble, leal y alta misión sindical de defender los intereses de los trabajadores municipales; esos, se han superado y acaban de enviar en paquetitos de 24, para eludir el detector de SPAM, el más mezquino ruín y miserable de sus comunicados.
En él, de manera torticera y tergiversada, intentan confundir a los trabajadores municipales y enfrentarlos una vez más al colectivo de trabajadores de la Guardia Urbana, poniendo así en grave riesgo el cumplimiento de los acuerdos firmados con la corporación y buscando el estallido de un conflicto laboral, antes de las elecciones municipales, de consecuencias imprevisibles.
Amenazan con acreditar un conflicto colectivo y lo fundamentan en la pretensión que los acuerdos de equiparación de la Guardia Urbana con los Mossos d’Esquadra, sean también de aplicación al personal laboral, que en la actualidad no deben ser más de 50 trabajadores, incluido el instigador y protagonista de la amenaza.
En ningún momento dejan claro, de ahí la vileza del escrito, que el conflicto colectivo sólo afecta al personal laboral y que la única garantía de éxito es el conflicto entre el ayuntamiento y sus trabajadores. A ellos esto no les importa, porque su línea estratégica consiste en poner obstáculos para acabar después sentándose a canjearlos por privilegios personales para ellos y su entorno exclusivo de amistades.
En este sentido, los representantes de la UGT en el comité de empresa han sabido desmarcarse y están recuperando su papel sindical en el Ayuntamiento aportando soluciones y respetando los acuerdos firmados.
Entre los compañeros hay indignación porque la estrategia de esos talibanes del sindicalismo es más que rechazable ya que pone en grave riesgo el cumplimiento de los acuerdos alcanzados y porque puede resultar muy lesiva para la paz social de todo el colectivo de trabajadores municipales.
A nosotros ya nada puede sorprendernos, porque hace más de quince años que conocemos perfectamente como se mueven esos muñecos de la acción sindical que, sin el menor escrúpulo y rubor, por la mañana van de duros y amenazan con presentar denuncias contra el ayuntamiento y por la tarde si les mandan traicionar a sus propios compañeros y firmar un acuerdo de espaldas a la mayoría sindical, van y lo hacen.
Amenazan con acreditar un conflicto colectivo y lo fundamentan en la pretensión que los acuerdos de equiparación de la Guardia Urbana con los Mossos d’Esquadra, sean también de aplicación al personal laboral, que en la actualidad no deben ser más de 50 trabajadores, incluido el instigador y protagonista de la amenaza.
En ningún momento dejan claro, de ahí la vileza del escrito, que el conflicto colectivo sólo afecta al personal laboral y que la única garantía de éxito es el conflicto entre el ayuntamiento y sus trabajadores. A ellos esto no les importa, porque su línea estratégica consiste en poner obstáculos para acabar después sentándose a canjearlos por privilegios personales para ellos y su entorno exclusivo de amistades.
En este sentido, los representantes de la UGT en el comité de empresa han sabido desmarcarse y están recuperando su papel sindical en el Ayuntamiento aportando soluciones y respetando los acuerdos firmados.
Entre los compañeros hay indignación porque la estrategia de esos talibanes del sindicalismo es más que rechazable ya que pone en grave riesgo el cumplimiento de los acuerdos alcanzados y porque puede resultar muy lesiva para la paz social de todo el colectivo de trabajadores municipales.
A nosotros ya nada puede sorprendernos, porque hace más de quince años que conocemos perfectamente como se mueven esos muñecos de la acción sindical que, sin el menor escrúpulo y rubor, por la mañana van de duros y amenazan con presentar denuncias contra el ayuntamiento y por la tarde si les mandan traicionar a sus propios compañeros y firmar un acuerdo de espaldas a la mayoría sindical, van y lo hacen.
Eso sí, son tan justitos, que mientras uno tiene que pedir ayuda para que le redacten el comunicado (sus propios compañeros se mofan de su escasa fluidez verbal) el otro va y se entretiene tirando pedruscos a su propio tejado.
Meigas creo que no, pero, tontitos envidiosos, haberlos hailos ¡carallo!
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